sábado, 17 de octubre de 2009

Perderse.

Llego a la conclusión de que perderse no es tan malo después de todo. Saborear el frío de las calles. Para a tomar un café con leche muy corto de café. Sonreír a desconocidos que te inspiran alguna cosilla. Pensar sin tener que dar raciocinio. Abrir la boca para soltar aire cargado de ideas...


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